Desde que las herramientas de inteligencia artificial se hicieron accesibles para todas las personas, la conversación sobre el presente y el futuro del copywriting se ha llenado de mucha confusión.
La IA ha democratizado el acceso a la “redacción”. Y hay una verdad innegable: hoy cualquiera puede generar en segundos un texto con fines comerciales, publicitarios, de imagen o reputación.
En este estira y encoge, algunos han proclamado el fin del oficio; otros, su reinvención definitiva. Y en medio de ambos extremos, me parece que lo que realmente ha ocurrido al escribir con IA es una transformación profunda en cómo concebimos el proceso creativo y el valor de las ideas.
Más allá de un prompt
Como decía antes, una de las mayores revoluciones que trajo la IA al copywriting está en la velocidad, pero sobre todo en la forma de estructurar el pensamiento creativo.
Los prompts, las instrucciones que alimentan los modelos de lenguaje, se han convertido en el nuevo mapa del razonamiento. Pero escribir prompts eficaces implica factores clave como, por ejemplo, claridad conceptual, conocimiento del público, dominio del tono y comprensión del propósito de comunicación.
En otras palabras, exige el famoso término que estamos viendo y escuchando por todas partes: criterio humano.
¿Qué significa realmente tener criterio humano al escribir con IA?
Es importante aclarar, de entrada, que no se refiere a una especie de instinto misterioso o talento innato.
El criterio humano al escribir con IA es, en realidad, la capacidad de distinguir lo que tiene sentido de lo que no; lo que aporta valor de lo que solo suena bien. Es lo que permite decidir si un texto funciona.
Entonces, el primer prompt es solo el punto de partida. Ahí es donde entra el criterio humano, pero no como un filtro final, sino como una guía a lo largo de todo el proceso.
Cada iteración, cada ajuste del prompt, cada revisión de frases, cada decisión sobre qué eliminar o potenciar, requiere ese juicio. Decidir qué conservar, qué modificar y qué probar de nuevo es un ejercicio continuo de criterio humano, desde la idea inicial hasta el texto definitivo.
La IA puede ofrecer diez o cien versiones de un eslogan, por ejemplo, pero solo el criterio humano puede reconocer cuál comunica mejor, cuál refleja la voz de la marca y cuál no encajaría jamás.
En ese sentido, el criterio humano no se puede “programar”: se construye con experiencia, conocimientos, empatía y sentido común.
Es el resultado de haber observado cómo reaccionan las personas ante diferentes mensajes, de haber aprendido de errores y de haber desarrollado un “ojo” que detecta si algo suena auténtico o forzado.
Lo que realmente está cambiando
Desde antes de la IA, el copywriting también implicaba saber “leer” y comprender contextos, situaciones y requerimientos antes que escribir frases. Esa inteligencia contextual continúa siendo fundamental.
Por otro lado, de verdad creo que el oficio de redacción creativa y persuasiva se está expandiendo. Hoy necesitamos entender todavía más de sistemas conversacionales, experiencia de usuario y flujos de contenido automatizados. Tenemos que saber integrar lenguaje humano con lenguaje de máquinas.
Asimismo, la habilidad diferencial ya no está solo en escribir bien, sino en aplicar el criterio humano para dirigir la inteligencia artificial con precisión.
Así como un fotógrafo puede dominar la luz o un diseñador el color y los espacios, los copywriters de ahora debemos dominar la conversación con las máquinas.
En síntesis, los copywriters profesionales ahora debemos pensar en equipo con las máquinas, pero no como las máquinas. ¡Entender esa diferencia es decisivo!
Y por hoy me despido con este resumen visual de los mitos y realidades del copywriting en la era de la IA, que me parecen más relevantes.
¡Gracias por leer hasta acá! ¡Nos vemos pronto!

